La crisis existencial de la asíntota

29.01.2022

Hace unos días le pregunté a mi profesor de matemáticas si creía que en ellas había un componente estético y me dijo que sí, que lo había y que el criterio estético que seguía era la sencillez.

Cuanto más sencillos son los números o más sencilla una fórmula o demostración, más bonita nos parece. Preferimos tener que hacer cálculos con un 1000 antes que con un 1346, o utilizar un X+1=0 antes que un 5X+5, porque lo sencillo aporta claridad y la claridad aporta un agrado estético.

Pero la belleza de las matemáticas es una belleza diferente. Dijo Bertrand Russell que era una belleza fría y es fría porque solo es pensamiento. No implican emoción, como sí lo hace el arte a través de una pintura o una escultura, que nos remueven por dentro o nos sacan lágrimas con solo mirarlas. La belleza de las matemáticas reside en su orden, en su racionalidad; la del arte, en su desorden, en copiar o transformar la realidad. La verdad de los números posee una belleza racional, que agrada a nuestro pensamiento; la mentira del arte posee una belleza emocional, que agrada a nuestra percepción.

Pero los límites entre ambas no son unos límites fijos o inquebrantables. Podemos traspasar las delimitaciones de ambas consideraciones estéticas, podemos entremezclarlas, y si ya Ortega y Gasset hizo una deshumanización del arte, volviendo racional su emocionalidad; también podemos humanizar las matemáticas, volviendo emocional su racionalidad. Demos cuerpo a los conceptos, demos materia a la forma del pensamiento, plasmémonos en ellas dándoles nuestro propio contenido...                                                    Digamos que X= Realidad e Y= Deseo, relacionemos los conceptos del modo como se relacionan en matemáticas, a través de una función. Nos queda algo así:

A mayor deseo, a mayor idealización, menos realidad.                                                                                               A mayor realidad, menos deseo ideal.

La asíntota de la función nos recuerda que, aunque uno de los dos pueda crecer indefinidamente y el otro disminuir de la misma forma, nunca llegaremos a una totalidad de realidad o deseo que conlleve la ausencia del otro. Hay siempre en el deseo, una referencia a lo real y hay siempre en la realidad, inspiración para el deseo.

Vistas así, las matemáticas ya no son tan frías ¿no? Reflejando aspectos de la existencia humana, nos parecen más cercanas, y, en tanto que cercanas, más cálidas.

(Y espero que después de esto, no os entre una angustia existencial cuando veáis una función en el próximo examen de matemáticas) 

Si tienes cualquier duda o sugerencia puedes enviarla a viviryfilosofar@gmail.com
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